Pensamos que sí. Pero si analizamos con detenimiento nuestro día a día nos daremos cuenta de que una multitud de factores nos desconcentran continuamente en nuestro trabajo, y sin darnos cuenta abandonamos la tarea que estamos haciendo para pasar a atender otra. Una llamada de teléfono, el sonido del móvil por un whatsapp que nos llega, un correo electrónico que atendemos en el momento, una visita inesperada… todo ello nos interrumpe nuestro trabajo y nos desconcentra.
También está nuestra propia capacidad… pensamos que somos capaces de hacer dos o tres cosas a la vez, pero no es así.
No estar centrado en una tarea al cien por cien nos roba tiempo y nos causa estrés.
Un exceso de estímulos nos hace estar desconcentrados, de manera consciente o inconsciente, y nos hace tomar decisiones de manera atropellada. Hay que controlar ese exceso de estímulos para eliminarlos y desechar tareas que nos quitan tiempo y no aportan mejoras.
Debemos prestar atención de manera intencionada al momento presente, a lo que estamos haciendo, y de ese modo conseguiremos una mayor rentabilidad y eficiencia en el trabajo.
La atención y la concentración son capacidades y herramientas fundamentales, y como tales capacidades se pueden aprender o se pueden entrenar.
Hay que aprender a poner límites, a saber decir que no en ocasiones, a priorizar, a poner orden y a delegar. Todo ello nos ayudará a tener una mejor organización en nuestro trabajo y a tener una vida más satisfactoria, sin sentirnos desbordados.